Rio Kwai-Bangkok

6 de Agosto

A las 6:30 ya estamos en pie y a las 7:30 ya estamos desayunados, planchados y lavados, y nos recoge Keny con el mismo conductor que el día anterior. Vamos a Kachanabury, a ver el puente sobre el río Kwai.

El camino es largo, más por los atascos que por otra cosa, pero vamos distraidos viendo todo tipo de imágenes curiosas: cuatro en una moto, camionetas llenas de gente, casí todo el mundo con un polo amarillo...le preguntamos a Keny porque yo creía que era una especie de uniforme, pero nos dijo que como el amarillo es el color del rey, sobre todo los lunes la gente se lo pone para pedir larga vida al rey, (los lunes en el budismo es el día del color amarillo, y el rey nació un lunes). Luego vimos que se lo ponen casi todos los días y que en muchos sitios el uniforme es amarillo. Como la furgoneta la tenemos para nosotros solos, nos quedamos fritos a ratos.

Llegamos sobre las 10:00 y lo primero que vemos es el Jeath, el museo de la guerra hecho por unos monjes budistas en unas cabañas exactas a los barracones donde vivían los prisioneros. Ahí comprobamos que no todo es tan idílico como en la película.

De ahí vamos directos a coger el tren que nos lleva durante hora y media por unos paisajes preciosos de arrozales, plataneros, mandiocas, casitas...

Cuando llegamos, comemos en un restaurante tipo cabaña al aire libre, donde hay un buffet medio aceptable, pero con mucho calor...los baños estaban nauseabundos...

Estuvimos paseando un poco por el desfiladero por donde pasa el tren, y entramos en un templo excavado en la roca. No había nadie y Félix y Keny echaron los palillos de la suerte, pero como estaba en tailandés, Keny le tradujo que iba atener una vida muy feliz, pero que tendría algún asunto con la justicia y que iba a perder...

Nos recogió el chófer y nos llevó de nuevo al puente. Desde allí cogimos una barca de popa larga que nos paseó por el río. Nos gustó mucho la experiencia, viendo los restaurantes flotantes, las casitas del río....



Cuando terminamos hicimos fotos por el puente y volvimos a Bangkok. Por el camino nos quedamos fritos la mayoría de las veces... el chófer siempre nos esperaba con agua y toallitas húmedas congeladas en una nevera que llevan, lo que se agradece un montón. Al llegar a Bangkok impresiona la cantidad de coches, taxis, motos...lo bulliciosa que es...

Keny nos propuso hacernos un masaje tai en Silom Masage, y aunque nos costó un poco caro (500 bath por persona) por ser la primera vez quisimos ir a un sitio más profesional. La experiencia fue muy recomendable...nos lavaron los pies, cosa que me pone un poco nerviosa...nos dieron dos pijamas gigantes y allí empezó el masaje. Nos crujieron casi todo, pero nos quedamos muy relajados.

Después Keny nos acompañó a comprar relojes, y nos llevó a la famosa May 7, pero se subieron a la parra más de lo normal cuando llegó una parejita de españoles un poco memos a los que el otro día les habían crujido 50€ por un bolso y 2250 b por un reloj Tag Heuer...y claro las vendedoras no querían bajar de ese precio...así que con eso y que no somos muy de marcas nos fuimos con viento fresco. También había una tienda con cuadros muy bonitos. Nos gustaba uno del mercado flotante, muy colorido, (también habían unos de árboles hechos a puntitos preciosos), pero era enorme y nos pedían una burrada......así que más viento fresco...

Nos fuimos al hotel un poco mosqueados, pero en fin, nos pusimos guapos y nos fuimos a cenar a Le Dalat Indochine, un vietnamita de la zona de Sukumit recomendado en el foro. Fuimos en taxi con la dirección escrita en tai por una recepcionista del hotel, pero el taxista se equivocó y nos dejó en otra calle, aunque no estaba muy lejos y preguntando al final llegamos. Por cierto, antes de llegar había una calle con miles de neones y todos los putiferios que te puedas imaginar, pero se nos olvidó echarle una foto cuando nos íbamos. El restaurante era muy coqueto, en un chalet con un jardín muy bonito y con el servicio vestido con el traje típico...no estuvo mal y nos salió por 1300 b, pero todo lo que pedimos sabía mucho a jengibre y a mi me recuerda a fregasuelos....

De allí nos fuimos al Bayoke Sky y nos tomamos un martini y una margarita en el piso 83 con unas vistas alucinantes de la ciudad de noche y música en directo.



Otro taxi y al hotel. (Esa noche teníamos reserva para el vértigo, pero como Félix seguía sin zapatos, no fuimos...la próxima vez)

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